Usted no podrá ingresar a la fiesta de la diversidad, al mundo de los niños, si antes no aligera su equipaje de camisas con las que se visten los magos.
Para un viaje de raíz clara y donde lo observado se levanta sonriente, es indispensable llevar un par un manos, un par de ojos y, otro par -gemelas hermosas-, Infancia y Poesía; pero si en la fuga aletea el nombre que las alía y dispersa, sólo el temblor secreto de lo por primera vez nombrado hará nacer era alba coronada en la delicia, múltiple puente entre las manos.
Ya otras miradas habrán tocado los objetos que usted encontrará en el viaje, pero no sólo en la continuidad de las manos se podrá acariciar las canciones que los magos han dejado, porque hay también en la diversidad que canta un gato que se mueve y hace dientes; la noche que tiene dientes en las bardas.
La lenta acumulación de mundos de piedra y los zapatos de una vigilia perezosa han amueblado las casas, pero usted tiene las llaves, y lo sabe.
Mario Enríquez Licón