Cuando creíamos que todo se había dicho y escrito acerca del legendario Francisco Villa, esta novela desvela aspectos contrastantes de la vida pública y privada del Centauro del Norte.
¿Era Doroteo Arango, el joven ladrón de ganado, o el general de división que no dudaba en matar él mismo a omandar al paredón a sus enemigos? ¿El mujeriego a quien nada detenía, o el ser humano conmovido hasta el llanto ante el asesinato de Madero y que se emocionaba viéndose rodeado de niños? ¿El goloso individuo común que consumía considerables cantidades de dulces y helados, aun en los momentos más críticos, o el hombre cuyo gusto por la literatura surgió en prisión con el Quijote y Los tres mosqueteros?
Las lágrimas del Centauro presenta, en su contexto y devenir, de frente y de perfil, al personaje de carne y hueso, alejado de las estampitas de papelería, los libros de texto y los discursos de cada 20 de noviembre. Armando Alanís ha escrito la ficción más entrañable sobre este personaje.