Padre y memoria es un libro a la vez extraño –su libertad de saltar de un autor a otro, de género, de época, de tono no suele darse comúnmente, y menos aún resolverse en una unidad más alta– y natural, pues la literatura de Federico Campbell ha dado ya antes libros notables en ese tono Máscara negra y Post Scriptum triste (Ediciones Sin Nombre, 2008) por ejemplo. Así la sabia mezcla de naturalidad y extrañeza se le da bien al autor de Pretexta y La clave Morse. Si a esto agregamos que un libro sobre la relación entre la memoria y la figura es casi necesario en la literatura mexicana, en donde el conocido incipit de Pedro Páramo preside el umbral, Padre y memoria se presenta como un libro esperado. Su autor, sin embargo, nos vuelve a sorprender pues si bien la figura de Juan Rulfo –de la que Campbell es un gran conocedor– está en cada página nunca hay una inclinación mexicanista, al contrario, los vasos comunicantes van del inglés al italiano al español, de un clásico a un autor contemporáneo, de un escritor desconocido a la cita de una escena fílmica, configurando una autobiografía al lector, o mejor aún: una memoria de otro, un psicoanálisis ajeno, una apropiación de la alteridad, un nacimiento del padre de las antrañas del hijo. Decir que Federico Campbell es uno de los escritores más modernos de la literarura mexicana es a la vez cierto y erróneo, pues su cualidad más que la modernidad proviene de lo contemporáneo, de un ser comtemporáneo que en Padre y memoria siempre se conserva vivo.
A partir de testimonios de autores como Paul Auster, Siri Hustvedt, Raymond Carver, James Ellroy, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Philip Roth o Jonathan Franzen, uno de los ensayistas mexicanos imprescindibles nos invita a visitar las situaciones más divertidas, terribles, conmovedoras o siniestras entre padres e hijos que han sido consignadas en la literatura. Como siempre ocurre en los libros de Campbell, en Padre y memoria la larga confrontación entre algunos de los mejores escritores del mundo y el fantasma de sus ancestros es apenas el punto de partida para iniciar una deliciosa conversación con el lector a propósito de la gran literatura, la experiencia más valiosa que el ser humano ha inventado para conocerse y comprenderse a sí mismo, aquella que el mismo Campbell practicó de manera ejemplar y con radiante sencillez a lo largo de su vida. Federico Campbell (1941-2014) obtuvo la beca J. S. Guggenheim en 1995 y desde 1999 era miembro del sistema nacional de creadores de arte.
