Lengua de hierro, obra con la que Andrés Acosta obtuvo el Premio Nacional de Novela Ignacio Manuel Altamirano, explora el tema de la comunicación y sus dificultades en nuestro tiempo, a través de una serie de conversaciones telefónicas entre una gran diversidad de personajes: un funcionario, su esposa, su amante, sus hijos, su redactor de discursos, su chofer, su secretaria, la cocinera, el profesor de inglés, un comandante de la policía, un comediante… Las historias que unen los destinos de estos personajes se bifurcan e incluyen un autosecuestro, casos de infidelidad, suicidio y corrupción.
Una de las virtudes de Lengua de hierro se encuentra en su propuesta estilística, que se nutre tanto del manejo de la oralidad en los diálogos como de fragmentos de prosa de mayor complejidad literaria y que abordan aspectos relacionados con el teléfono y su historia. Además, la trama progresivamente se va abriendo hacia distintas direcciones, hasta adentrarse de manera sorprendente en la dislocación psicológica que se opera en uno los personajes, mismo que funge como la conciencia autocrítica de la novela. En ese sentido, Lengua de hierro va más allá del retrato costumbrista de historias actuales de la ciudad de México, para proponer una reflexión intrigante sobre la comunicación humana.