La ciudad es, a pesar de todo, un espacio imaginario y, por lo mismo, una memoria imperfecta.
No es necesario ir muy lejos para comprobarlo; basta la lectura cotidiana del diario, pasar la tarde en la sala de espera de un manicomio, vivir los domingos hasta el final, exiliarse en una oficina, viajar en la línea equivocada del Metro —o, lo que es peor, en la correcta—, despertar todas las mañanas con la sospecha de que la pesadilla no se disuelve en la vigilia.
Este libro está habitado por recuerdos imperfectos, por hombres que consiguen a préstamo su identidad, fantasmas sin empleo fijo, locos que ejercen sin licencia, habitantes del metro, libros que jamás se leerán...
Piezas de la memoria imperfecta obtuvo en 1986 el primer lugar del Primer Concurso de Cuentos Gandhi —Folios Ediciones, cuyo jurado estuvo integrado por Edmundo Valadés, Guillermo Samperio, Daniel Sada y Eduardo Mosches.