Esta es una novela sobre la inmortalidad protagonizada por Hipólita Thompson, quien lleva a cabo acciones de superheroína. Es dotada con poderes y facultades especiales por Dios; sin embargo, lo relevante de sus andanzas estriba en su patetismo, en sus accidentes y en sus constantes decesos. Hipólita es inmortal, desorientada y rebelde. Trabaja como panadera en las noches y, durante el día, realiza acciones para ejercer la justicia donde considera que no la hay. Sus actos de salvamento son ridículos dentro del contexto apocalíptico que habita, y parecen no tener sentido. En la historia de la literatura, existen personajes femeninos que han roto con cierto orden establecido y han tenido un destino fatal (p. e. Madame Bovary o Naná). En la Historia, mujeres que han visto otras dimensiones han sido quemadas: las brujas. La creación del personaje de Hipólita Thompson, se fundamenta en ironizar la condición de víctima en el género femenino, en llevar esta victimización hacia la farsa para indagar qué puede sucederle a una mujer inmortal y con facultades especiales, también humana y errática, si su mayor poder consiste en resucitar. Hipólita ejercerá los poderes que le han sido otorgados (telequinesia, desplazarse a gran velocidad, adoptar las voces y los cuerpos de los otros, etc.); luego renegará de los designios de Dios pero quizá su estabilidad y sus dones se verán mermados cuando se sienta enamorada (como le sucede a Wonder Woman, según Margaret Atwood). Buscará ser mortal y para ello matará a un dragón, comerá la hoja del Tunú (un árbol mágico), porque ella buscará a la muerte por su propia mano.