Julio Valdivieso, intelectual mexicano emigrado a Europa, profesor en la Universidad de Nanterre, vuelve a su país después de una larga ausencia. El ha perdido al fin las elecciones se inicia un peculiar período de transición. Pero esta vuelta a un presente muy distinto del que dejara cuando se fue, se convertirá en una oportunidad de descifrar su pasado, el de su familia, el de su país, en una novela que despliega su trama como un inquietante mecanismo de precisión. Porque Julio, como todos los exiliados, vuelve a ese tiempo extraño de los regresos, un pasado siempre presente donde uno se reencuentra con el fantasma de lo que pudo ser, con la seductora imposibilidad de retomar la vida donde se la dejó. Y en ese retorno extático y terrible se suceden los reencuentros que lo llevan a las claves de un amor perdido, a un episodio de la guerra cristera del que depende su propio nombre, a la leyenda viva del poeta Ramón López Velarde, el primer poeta moderno de México, que también vivió y escribió en otro período de transición, curva del tiempo donde el primero de los modernos a veces es el último de los antiguos.
¿Y cómo contar este relato? Porque tras la caída del PRI, se impone una nueva lectura, una nueva narración de la historia. Hasta en la televisión. Y en esta historia donde todas las historias concluyen, donde el imposible regreso a casa es quizá posible, Valdivieso conocerá al novelista Constantino Portella, que convierte el desorden en trepidantes best-sellers; al empresario Gándara, minotauro agazapado en su laberinto, que pretende producir telebasura de autor; al sacerdote Monteverde, que busca resistentes motivos para la fe en el entorno convulso.
Y a Ignacia, la Penélope de todos los regresos. Voces que piden un testigo, un cómplice, un narrador de la historia. Porque en su singular rito de paso, Valdivieso ha vuelto a una Ítaca azotada por los certeros embates del crimen organizado y la política entendida como conspiración, a un México donde las cuentas mal saldadas de la Revolución regresan con aire de tragicomedia, donde la épica se vuelve telenovela.
Irónica revisión de los mitos y de la condición mediática del mundo contemporáneo, exultante reinvindicación de la poesía como sustrato perdurable en el caos de la historia, El testigo es una de las novelas más estimulantes e inteligentes de la literatura latinoamericana contemporánea. O de la literatura contemporánea, sin más, con la que Juan Villoro se sitúa indiscutiblemente en la primerísima fila de escritores de su generación.
Julio Valdivieso, intelectual mexicano a Europa, vuelve a su país después de una larga ausencia. El PRI ha perdido al fin las elecciones y se inicia un peculiar período de transición. Julio vuelve a ese tiempo extraño de los regresos, donde se reencuentra con lo que pudo ser. En ese retorno extático y terrible se enfrenta a las claves de un amor perdido, la leyenda viva del poeta Ramón López Velarde, un episodio de la guerra cristera que depende de su propio nombre. En un singular rito de paso, regresa a una Ítaca azotada por el crimen organizado, la política entendida como conspiración, un México donde las cuentas mal saldadas de la Revolución regresan con aire de tragicomedia y la épica se vuelve telenovela. Irónica revisión de mitos y la condición mediática del mundo contemporáneo, exultante reivindicación de la poesía como sustrato perdurable en el caos de la historia, El testigo es una de las novelas más estimulantes de la literatura contemporánea.
«Una meditación sostenida sobre el papel del testigo en la religión, la justicia y la vida privada… Un mundo ficticio excepcionalmente vívido y una demostración del poder testimonial de la ficción» (Chris Andrews, Times Literary Supplement).
«Una gran novela de los fracasos de nuestros tiempos» (J. E. Ayala-Dio, El País).
«Una de esas obras mayores que dan sentido a una vida en la literatura» (Christopher Domínguez Michael, Reforma).
«Novela totalizadora en su estado más puro» (J. A. Masoliver Ródenas).
«Recupera el ideal de la novela total en que ficción y reflexión se complementan admirablemente» (G. Niño de Guzmán, El Comercio).
«Villoro avanza en la tradición y la convierte en vanguardia, organizando un juego de espejos donde se revelan las imágenes diversas de América y Europa» (Hugo Chaparro Valderrama, Pie de Letra).
«Cuando ya a nadie se le ocurría ni preguntar si es posible escribir la Gran Novela Mexicana, Villoro puso una en la mesa» (Álvaro Enrigue, Letras Libres).
Juan Villoro (Ciudad de México, 1956) tiene una extraordinaria reputación como novelista, cuentista, ensayista y cronista. En Anagrama ha publicado El testigo (Premio Herralde), El disparo de argón, Efectos personales, Dios es redondo, Los culpables, De eso se trata y Arrecife.