Para viajeros improbables privilegia la imaginación, marca el ritmo con hechos extraordinarios que se insertan en el universo de Eudave con la naturalidad propia de lo cotidiano, del diario acontecer fantástico con las voces de sus personajes: desde asistir a una ponencia sobre la inexistencia de los dragones, los chismes mitológicos, el canto silencioso de las sirenas —al que es imposible hacer oídos sordos— o la habitual realidad del juego onírico del que Cecilia nos hace partícipes en su epílogo.
Un libro poblado de seres imaginarios, irreales pero verosímiles, capturados en textos compuestos a lo largo de los últimos diez años, algunos publicados en diferentes formatos (revistas, libros), y otros tantos inéditos, reunidos en esta antología de la autora, que nos deja la enseñanza de que «la eternidad es cosa de mucho tiempo», pero quizá no lo suficiente para agotar los países que debemos visitar algún día, por más imaginarios y distantes que sean.