En esta tríada de «partituras dramáticas unipersonales» se emprende un viaje por la experiencia del individuo a través de su propia voz: por ello estas obras de teatro pueden leerse como relatos en primera persona, con sus singulares efectos explícitos de ambientación. La unipersonalidad ofrece al actor una amplia libertad de interpretación, un espacio para que se involucre plenamente con su personaje, multiplicando así la diversidad de reacciones en el espectador-lector. El título alude a un sitio de Guadalajara, una ciudad que con sus peculiares referentes (su habla y sus costumbres), se desempeña como conectora de las tres piezas. Aun así, el carácter de cada obra es distinto y definido: por momentos se tiende hacia la reflexión, a la introspección (individual y social); pero también se busca reflejar lo hilarante de la condición frente al mundo, los sueños rotos en esa realidad que descalabra.