Ocultas de la vida pública y, si acaso, ligeramente turbadas por los murmullos de los enterados, algunas de las pasiones amorosas más emblemáticas del agitado siglo xx en México vivieron alejadas de las miradas inquisitorias. Artistas, intelectuales y políticos cuya obra y decisiones aún perduran componen este retablo de relatos que van del blanco y negro del celuloide a los vibrantes colores de la fotografía y la pintura, de los pasillos de una secretaría de estado a los del toreo de la condesa, de los viajes por barco a Europa a los aviones privados, de las residencias campestres en el naciente barrio de Polanco a los edificios de nueva york. Historias de personajes cuya fragilidad los llevó a rendirse ante la pasión y el poder de la intimidad. Secretos, anhelos, perversiones, confesiones e incluso alguna de las decisiones que forjaron la historia del país se gestaron entre las discretas paredes de una casa chica. La casa chica no es sólo la realidad paralela de una vida amorosa, es también una metáfora acerca de la ambigüedad de la pasión.
Mónica Lavín
Artistas, intelectuales y políticos cuya obra y decisiones aún perduran componen este retablo de relatos que van del blanco y negro del celuloide a los vibrantes colores de la fotografía y la pintura, de los pasillos de una secretaría de Estado a los del Toreo de la Condesa, de los viajes por barco a Europa a los aviones privados, de las residencias campestres en el naciente barrio de Polanco a los edificios de Nueva York. Historias de personajes cuya fragilidad los llevó a rendirse ante la pasión y el poder de la intimidad.
Secretos, anhelos, perversiones, confesiones e incluso algunas de las decisiones que forjaron la historia del país se gestaron entre las discretas paredes de una casa chica.