Lados B no pretende ser una antología definitiva. No reúne los mejores cuentos del año. No tiene por objetivo entrar a la historia de la literatura nacional. No busca ser un ejemplo a seguir. No proclama tener a los mejores escritores del país. Y, sin embargo, algo de esto puede hallarse entre sus páginas.
Tampoco es un compendio forzado de literatura transgresora, vanguardista, alternativa, underground, independiente, underdog, radical, o el calificativo que se desee. No es una antología de jóvenes ni de desterrados. Pero puede que también tenga un poco de aquí y de allá. ¿Por qué no? Lados B atiende al reclamo auténtico de decenas de escritores que buscan que su trabajo se difunda, y que se haga bajo términos literarios antes que comerciales.
E intenta que obras que han ganado algún premio no se queden en un libro mal hecho institucionalmente, mal distribuido y sólo a nivel regional, con unos cuantos ejemplares repartidos entre funcionarios que jamás los leen, y cuyos ejemplares terminan embodegados para siempre, hasta ser malbaratados como saldos, o reducidos a confeti. Gran premio.
Entre todo esto, Lados B demuestra que la literatura del país no se constriñe a las escasas firmas que acaparan revistas, suplementos, librerías, ferias, premios y presentaciones pomposas, que nos hacen creer que en México sólo existen cincuenta escritores. Lados B no es un fin. Es un principio.
El único motivo de la división en dos tomos es privilegiar con un escenario propio al excepcional grupo de narradoras que aquí conjuntamos.