El ilustrado marqués español Fausto Rasero, tras agotar la oferta intelectual y erótica existente en su patria, llega a París, a mediados del siglo XVIII, para allí trabar amistad con Diderot, Voltaire, madame de Pompadour y Lavoisier, en plena redacción de la Enciclopedia y en plena agonía del Antiguo Régimen. Más allá del cuadro de época y más acá de la novela de aventuras, Rasero, como ha dicho Fabienne Bradu, “encarna la epopeya de la Ilustración, pero también la mina desde dentro”.
El sueño de la Razón produce monstruos: si Rasero conocerá el amor bajo el hechizo del prodigioso niño Mozart, también visitará ya anciano las antesalas del terror bajo Robespierre y se hará amigo y cómplice, a su regreso a España, del descreído y aterrado Goya, uno de los primeros en percibir el giro atroz que podían dar las fuerzas desatadas por la gran Revolución.
Rasero o El sueño de la razón fue en su momento una sorprendente opera prima. Como ha dicho Christopher Domínguez, su autor “no cometió pecados de juventud y se presentó maduro, de cuerpo entero” con esta obra. Los famosos personajes que pueblan la novela no aparecen en ella en sus “momentos públicos” ni arengando a la Historia, sino en la intimidad, en sus dudas, en sus pasiones, en la enfermedad y el temor. Más que un gran mural histórico, tenemos aquí una galería de excelentes retratos, en el momento en que sopla, indetenible y minucioso, el viento del cambio que algunos llaman Progreso. La novela ha sido publicada en Estados Unidos, el Reino Unido, Grecia, Brasil, Colombia y Canadá; ha recibido los elogios de la crítica y el favor de numerosísimos lectores en muchos lugares del mundo, y ha figurado en los catálogos de las más prestigiosas editoriales.