Como en aquella vieja canción de los Beatles, Eduardo Langagne invita a mirar de nuevo a través de la cebolla de cristal -intrumento privilegiado de la nostalgia y la imaginación- con el fin de pasar revista a los ideales, amores y deseos, que alguna vez nutrireron los sueños de toda una generación, y que, con el paso del tiempo, fueron avasallados porla implacable realidad.
Así, buena parte de los veintirés relatos que componen este espléndido cuentario constituyen una exploración agridulce del pasado, el cual es visto unas veces con humor y, otras, con melancolía (nunca con sentimentalismo). Pero esto no es todo, el autor se adentra también por los meandros de la experiencia amorosa, por las perplejidades que acechan en los recodos de la vida cotidiana y por los grandes y los pequeños enigmas que plantea la condición humana.