Para fundar un paraíso, al igual que en cada civilización, es necesario que existan batallas, tragedias, héroes, villanos y sobre todo mitos fundacionales que conviertan a sus habitantes en una comunidad, donde más allá de sus diferencias puedan llegar a unirse para alcanzar un mismo fin. Sin embargo, antes de todo esto se necesita un pedazo de tierra en donde asentarse, esto lo intuyó muy bien Ana cuando vio aquel solar deshabitado que tenía un letrero que anunciaba la construcción de un moll. Con el paso del tiempo ese solar se fue llenando de habitantes hasta convertirse en una colonia ubicada en algún lugar de la franja fronteriza con Estados Unidos, ahí donde los sueños de miles de mexicanos y centroamericanos se confrontan con una realidad que nunca imaginaron. Ana, Rudy, la manca, Aldonza, y todos los habitantes de ese solar sabían que los unía el fracaso y el desengaño. Sin embargo, ante el desalojo inminente que los propietarios de ese predio habían organizado, los habitantes de ese lugar descubrieron —un 27 de marzo— que compartían una única esperanza, seguir habitando el solar que habían invadido. Esperanza por la que comenzaron a luchar ese día.