Toda ciudad es una geografía que nos define y nos confiere el derecho de contar y de cantarla. En este espacio interior, entre estas páginas está una ciudad que nos acerca y aleja, una ciudad que vemos con ojos acechantes, mirada íntima, incierta, agobiante o amorosa. La ciudad es nuestra nos cuenta solo aquello que vemos, porque la ficción no puede capturarla toda; porque la vida de una ciudad siempre es compleja y en ella somos tránsito, momento, instante. Pero antes de ser ciudad, esta era nuestra tierra, el barro que ahora somos. En un mundo donde el juego y la violencia casi se rozan de la mano, es justo expresar que a veces en ese juego hemos preferido no ser tocados. Quienes escriben aquí saben que el cuerpo tiene su propia memoria, y que el olvido es la última forma de cantar, mas no la nuestra.
Todas las ciudades tienen algo en común: nosotros. Los textos aquí reunidos reflejan la voluntad de cada uno de sus autores por descubrir el mundo literario que nos ha heredado la imaginación, el que nos deja ver nuestra ciudad, sus calles, avenidas y alamedas; sus fiestas, hombres, hermandades; su gente, pesares y violencia. La ciudad es un cúmulo de actos y personas, sinsabores y bondades. En esta ciudad nos hemos formado; y pudo haber sido cualquier otra, pero siempre hermanada con el mundo, por ello, la ciudad es nuestra.