La lírica reciente, en cuanto al poema extenso se refiere, se centra en voces como Silvia Pratt, Caldero ciego e Isla de luz; Luis Armenta Malpica, Voluntad de la luz; Jeremías Marquines, Las formas de ser gris adentro; Max Rojas, Cuerpos; Malva Flores, Ladera de las cosas vivas; Eduardo Lizalde, Algaida; María Baranda, Dylan y las ballenas, entre otros. Pero las características son siempre distantes, de poema a poema, debido a la diversidad de formas que presenta.
El poema extenso en México se viene desarrollando como un corpus dialógico en los nuevos poetas, un canto, una alabanza hacia la forma misma; y ha echado mano de recursos propiamente narrativos y experimentativos, conjugando la poesía experimental, tradicional, vidual y concreta. El interiorismo, la experimentación, el hibridismo, la intertextualidad y la narratividad han enriquecido esta forma. El poema extenso que preponderó en el siglo XX es distinto al del XXI; este último contiene las estructuras fundacionales de los grandes poemas latinoamericanos e, incluso, las obras monumentales de los Contemporáneos y de Octavio Paz. Sin embargo, el actual poema extenso mexicano se interna en una poética donde sus autores, con propuestas sólidas, se van encaminando hacia las nuevas formas de poesía.