¿Cómo puede un hombre razonable, con estudios, prudente, dejarse guiar por sus pasiones? Es ésta la pregunta que se hace a sí mismo Benito Torrentera, que a sus casi cincuenta años abandona su apacible vida de profesor universitario para proteger a una joven criminal. La pasión que despierta en Benito el cuerpo y la malicia de Flor Eduarda, lo lanza a vivir una aventura impropia para sus años.
Lector de filosofía y minucioso conocedor de historial colonial, se entera, demasiado tarde, de que la razón y la erudición nunca serán suficientes para oponerse a la bestial atracción que le causa una mujer sin estudios, ni refinamiento, empleada de una tienda de autoservicio. Flor Eduarda, por su parte, se siente intrigada por este hombre que predica lo que no hace, quejumbroso y pesimista, carente de sentido común y ocupado en asuntos que a nadie le importan. Ambos personajes huyen en un coche viejo hacia Michoacán. Ella desea alejarse de las manos de la justicia; Torrentera, en cambio, desea poner los pies en un pueblo olvidado, Tiripetío, lugar donde cinco siglos atrás se impartiera la primera cátedra de filosofía en América.
Una aventura no planeada comienza para ambos y en el horizonte las nubes parecen cerrarse para el cansado profesor y su inesperada alumna. Ninguno de ellos se imagina el desenlace, pero Torrentera presiente que, una vez más, el deseo se impondrá sobre las razones: y no le importa.
En su edición mexicana de 2002, Lodo tuvo una extraordinaria acogida crítica:
«Heredero de narradores estadounidenses como Kennedy Toole, Philip Roth, Truman Capote y John Fante, Guillermo Fadanelli es un bípedo que echa mano de la pluma para recordarnos provenientes del barro, en el sentido de exiliados que la norma impuesta y al mismo tiempo perennemente insumisos» (Mayra Inzunza, La Jornada Semanal).
«Una figura ya imprescindible en la cultura mexicana, y poco a poco se le apreciará en otros ámbitos, debido a su lucidez desmitificadora, a la riqueza de sus logros literarios distantes de toda cortesanía y afán acomodaticio» (Sergio González Rodríguez, Reforma).
«Novela cínica y reflexiva, Lodo es el mejor trabajo del autor. Una novela de amor, así el amor ocurra entre violencia y vileza. El libro se sostiene en sus despiadados aforismos y en su umbrosa visión del mundo. Allí Fadanelli, lector de Cioran y otros demonios, es apenas superable» (Rafael Lemus).
«Una de las novelas más profundas de la literatura mexicana de los últimos tiempos» (Rafael Pérez Gay, Nexos).
Lodo fue distinguida con el Premio Nacional de Narrativa Colima 2002, que otorga el Instituto Nacional de Bellas Artes a obra publicada, y fue finalista del Premio Rómulo Gallegos 2003. Por todo ello, la recuperación de Lodo, una de las mejores novelas mexicanas (y latinoamericanas) de la década, es sin duda un gran acontecimiento literario.
Lodo tiene por protagonista a uno de los mejores personajes surgidos de la imaginación de Fadanelli: Benito Torrentera, la sombra de un hombre, un cadáver pensante, un filósofo domesticado. Cuando este profesor cincuentón conoce a la joven e impulsiva Flor Eduarda, es arrastrado al límite del deseo y la locura, y pronto se convence de que hay que vivir más e imaginar la vida un poco menos. Así empieza un viaje por ciudades y caminos que nunca se imaginó transitar, acompañado de una presencia que lo llevará a redescubrirse y redefinir sus propios límites. ¿Cómo es posible que un hombre de pensamiento se haya perdido de esa manera? Fadanelli atisba la realidad de una pasión que, aunque se sabe condenada a desaparecer, no permite que los personajes que la encarnan la abandonen sin antes arder hasta los cimientos.
Lodo tiene por protagonista a uno de los mejores personajes surgidos de la imaginación de Guillermo Fadanelli: Benito Torrentera, la sombra de un hombre, un cadáver pensante, un filósofo domesticado. Cuando este profesor cincuentón conoce a la joven e impulsiva Flor Eduarda, es arrastrado al límite del deseo y la locura, y pronto se convence de que hay que vivir más e imaginar la vida un poco menos. Así empieza un viaje por ciudades y caminos que nunca se imaginó transitar, acompañado de una presencia que lo llevará a redescubrirse y redefinir sus propios límites. ¿Cómo es posible que un hombre de pensamiento se haya perdido de esa manera? Fadanelli atisba la realidad de una pasión que, aunque se sabe condenada a desaparecer, no permite que los personajes que la encarnan la abandonen sin antes arder hasta los cimientos.