Leer una ciudad o una mujer es un acto de amor y conocimiento. Criatura cambiante e imprevista, letal y dadivosa, al descifrar sus signos no sabemos si llegaremos a saberla, cuestionarla, rechazarla. O amarla contra todo. La ciudad como gran casa. La casa como pequeña ciudad, según el arquitecto renacentista Leone Batista Alberti. En nuestras acciones más humildes, somos el héroe anónimo que la consagra, eleva y dignifica. Vivir la ciudad es defenderla. Leerla es conservarla. Al igual que en sus libros anteriores, Vicente Quirarte explora la ciudad que es mujer y la mujer que es ciudad. Los fragmentos de su discurso amoroso describen las distintas etapas del deslumbramiento y la conquista: la permanencia de la pasión y la necesidad de cantar y celebrar en medio del desastre.