Los Cuatro Salmos de William Stanley Merwin son el recordatorio de que oramos a un Dios ausente, de que hablamos sin saber si alguien en el fondo del pasillo nos escucha. Eso es orar, eso es escribir. Pocos difieren, solo la gracia del dolor que invade al creador en el momento en que la poesía revela tal catástrofe. Es entonces que inicia la repetición, el peregrinaje del alma hacia dentro. En estos salmos hay mucho de ausencia, y en ella, ese centro blanco, el poeta inclina su cabeza para rezar, para rendir tributo a otras voces cuya grandeza se sacraliza en la obra de Merwin.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2007. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.