“Una rosa es una rosa es una rosa…” Así la enumeración podría continuar hasta el infinito, entregándonos en cada pétalo una nueva versión de ella misma. Los poetas han advertido desde antigüo tal poder de transfiguración, por ello la han convertido en reina de las flores y emblema de la poesía. Celebrada o denostada por su etérea belleza, amagada o tomada a guisa de ejemplo por esa fragilidad que le confiere una vida efímera, enaltecida o humillada, la rosa es un tópico poético de especial relevancia en la historia de la literatura: su metamorfosis corre al parejo con la del hombre mismo; éste la ha transformado no sólo en un tanto objeto cultural, sino también en su naturaleza física. Por ende, cada capullo, en el huerto, en el lienzo o el poemario, constituye una variación más, en la gama infinita de la rosa en fuga.
Esta investigación se integra al conjunto de estudios que prestigiados investigadores, entre los cuales figuran Ernesto de la Peña y Francisco Hernández, han publicado recientemente. Planteado ya por tales autores el estatuto que la flor adquiere en la cultura occidental, desde la época clásica hasta el barroco, así como sus múltiples manifestaciones en la literatura europea y latinoamericana, La rosa en fuga explora las múltiples facetas que dicha flor incorpora en el marco de la literatura y la cultura mexicanas. No obstante, el tema dista mucho de estar agotado; como asegura un epitafio alejandrino: “No sólo en los jardines florecen los capullos de las rosas”.