Para leer contextualmente los Caprichos de Rothemberg es indispensable comprender, que se trata de una obra dialógica. Los poemas que aparecen en esta edición fueron compuestos por el autor, a partir de la serie de ochenta grabados aparecidos a finales del siglo XVIII en que Goya representa las supersticiones, ocios, suciedades, pretensiones, fantasías, injusticias y desigualdades de la sociedad española y europea en general. En los Caprichos, Goya satiriza las relaciones sociales mezclando lo animal y lo sombrío en el enredo entre cuerpos, sexos, edades y clases; las figuras son grotescas y su cuerpo es el teatro de sus vicios hegemónicos y enfermedades emocionales; los títulos enfatizan que estas obras visuales son un ácido comentario contra el corrupto orden ético de su época y son de una brutalidad que ha siglos de distancia no ha menguado. La crítica de las costumbres de los Caprichos de Goya en los trabajos de Rothemberg, cobra otras connotaciones. En cada Capricho Rothemberg, traduce a poema verbal el poema visual de Goya, se trata de otra de sus prácticas de traducción experimental. En esa traducción, disminuye la sátira social al pasar de imagen a palabra y, al mismo tiempo, aumenta el carácter de baraja psíquica de los personajes. Rothemberg describe los escenarios de Goya haciéndolos suyos y le da autonomía estética al poema verbal, que aunque hecho a partir de Goya se vuelve obra en sí misma, regida por cortes secos y sugerentes. Entre los títulos de los poemas que contiene esta edición encontramos los siguientes: Un niño asediado, La mujer del abanico, el mundo es una máscara, El hombre sin rostro, El poder de los muertos, Medias estiradas, Una imagen del mundo caído, y otros.