Rafael Ramírez Heredia grafitea con precisión la vida de un barrio bravo de la ciudad de México, imagina un mundo infernal, furioso, apocalíptico, donde sus habitantes son almas en pena o sicarios adolescentes que sólo respetan a la muerte, la santa muerte, que desde su altar de negras veladoras los mira besar, llorar, copular, matar o morir. En este escenario, donde viven hacinados judiciales y soplones, narcos y abogados, así como gente que comercia y paga una cuota para proteger sus negocios, que aparentemente los mantiene al margen del crimen, se entreteje el drama de una adolescente asesinada, de su madre que jura vengarse, del hombre que se le cruza por el camino, cuyo trabajo es nadar en el drenaje profundo de la ciudad. En este mundo de basura, imágenes religiosas y prostitución, de seres al parecer sin esperanza, Ramírez Heredia, continúa la trilogía que comenzó con La mara, y narra pasiones de gente que vive con el sufrimiento tatuado en la mirada, de políticos influyentes y la presencia de poderosos medios de comunicación, todos cobijados bajo el manto de la niña blanca. La esquina de los ojos rojos es, en palabras de Ramírez Heredia, el reflejo del mundo globalizado, donde trato de llevar al lector a vivir lo que todos sabemos que existe pero nadie quiere aceptarlo.