Si la poesía es aquello que establece nuevas relaciones entre las cosas y devela los mecanismos ocultos del mundo, los textos de José Eugenio Sánchez pertenecen a la esfera más alta del género: nos sitúan en el centro del maëlstrom que forma la era de la información en nuestro derredor. El poeta baraja los datos (dibujos del hombre de Cromagnon, el filme Terminator, los coches Maverick, el jazz clásico, las bombas o el napalm) y los acomoda sobre el plano de la hoja para formar constelaciones significativas. Genio de la oralidad, autodeclarado underclown, su creación es un caleidoscopio cultural. ¿Poeta irreverente? seguro, pero también seriamente comprometido contra la guerra, el racismo y la estupidez; ni Dios se libra de uno de sus ácidos sketches. Sus poemas son una historia, un performance, una danza, una burla, una estocada a todos los símbolos de la cultura, ya sea que se trate de ovnis, de Louis Armstrong o de los repartidores de pizza. Para quien se interese en la transgresión de géneros y en las fronteras obsoletas de las disciplinas artísticas, este es un libro imprescindible: sin puntuación ni mayúsculas, más cercano al impulso hip hopero que al esmerado trabajo métrico, se nutre de cine, cartoons, videojuegos, moda, jazz y rock & roll.