¿Qué es un ventrílocuo? ¿Un hombre que habla con el estómago y no mueve los labios? ¿Un hombre que le presta su voz a otra persoa o cosa y en medio de los dos un muñeco? Es difícil saber por qué Abraham Truxillo titula su libro así Postales del ventrílocuo. Su verso describe con precisión las vivencias, no parece ni prestado ni prestante, es personal incluso cuando habla en nombre de todos. Y sí, describe paisajes, acontecimientos. No es casualidad que en muchos de los poemas esté presente el viaje, como eco —postales, cartas, recados— o como descripción, es decir: escenario. Pero ese lugar es en cierta manera el poeta en su auto contemplación, prestándose la voz a sí mismo para conseguir una voz prestada y una voz prestada en una misma. Truxillo dice: "no ven/que ya sólo dos nos entendemos/calcando transparencias". Lector, acerca tu oído al vientre del poema: así se escucha mejr. ¿Hablamos por las cosas o las cosas hablan por nosotros? El lector encontrará su respuesta en las páginas de Postales del ventrílocuo.