A través de diversas obras literarias escritas durante el siglo XIX en Puebla es posible notar una línea estética tendiente al clasicismo grecolatino como fuente de inspiración. Existe una proclividad a la mesura y cautela ante nuevas formas literarias como el romanticismo o el modernismo en su variante del decadentismo. De ahí que a partir de Manuel Carpio y José Joaquín Pesado sea lugar común que la poesía y narrativa de Puebla confluyan hacia la fuente grecolatina y tematicen motivos religiosos, patrióticos y familiares. También el romanticismo, excepto figuras como Manuel M. Flores, será más un procedimiento discursivo que una postura vital. El carácter "poblano" y sus tradiciones son un producto de la sistematización de información que realizaron estos escritores a finales del XIX y en las primeras décadas del XX. Esto derivó en que algunos poetas y escritores abrevaran, en parte de su obra, en un costumbrismo y regionalismo que hace patente el carácter identitario de Puebla.
Para dejar constancia de estas reflexiones a lo largo de la historia literaria de Puebla durante el siglo XIX, los autores se han propuesto una división historiográfica o eslabones de una historia continua que no se sujeta a la historicidad común de la literatura en México o Hispanoamérica durante dicho siglo. Incluso, han reacomodado autores y obras con cierto arbitrio tratando de realizar un recuento con implicaciones sociohistóricas que hagan más accesible el proceso de seguimiento y encadenamiento de eslabones por parte del lector. Estos eslabones son una serie de nódulos temáticos que sugieren una profusa y constante producción literaria en el estado de Puebla pero, sobre todo, en su capital como centro político cultural predominante. Una producción que atiende y destaca el carácter personal pero que guarda congruencia con la corriente hispanoamericana en la que se encuentra inmersa.