Los cuerpos

El ritmo de esta novela está en una Olivetti Lettera 33, color verde; el guión: en tres personajes: Luz, Víctor y Demi, y su triángulo amoroso; la voz: en un aprendiz de escritor que viene de provincia, “de donde muchos juzgan que deben huir”; y el escenario, el escenario está en una casona perdida de la Ciudad de México, en cuyo interior habitan “los cuerpos”: seres sin razón, actores sin nombre. Bajo estos pilares cuatro puntos cardinales Ramón Cuéllar Márquez nos presenta una novela cargada de dinamismo, de alternancia de voces narrativas, donde la reflexión sobre el acto creativo, junto a las cavilaciones sobre el miedo y la soledad, se erigen como las inquietudes principales de la trama. En Los cuerpos se habla de deseos y temores, pero también de incertidumbres, de anhelos envejecidos y de frustraciones. Es con el pretexto de tres personajes anodinos, estudiantes de letras, que Ramón Cuéllar Márquez nos desnuda la esencia creadora, nos muestra al escritor en lucha “cuerpo a cuerpo” con sus personajes, nos devela, en fin, el miedo como directriz de la vida: como motor único de la historia humana. No hay duda de que Los cuerpos, gracias a su polifonía y a su buen estilo, es un grato fulgor que da buena luz al cada vez menos sombrío espíritu narrativo sudcaliforniano.

Eduardo Rojas Rebolledo

* Esta contraportada corresponde a la edición de 2007. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.

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