Solamente la sensibilidad femenina de Rosa de Castaño y su estudio de la vida, costumbres, supersticiones y hasta idioma de nuestros indios, podían haber dado como resultado una novela de tan recios perfiles como Fruto de Sangre. Hay en ella la crueldad primitiva, la fuerza absurda de aquellos para quienes la sangre constituye todavía un valor de trueque en sus vidas diarias. Su fuerza expresiva desborda todos los limites y restalla implacable como un latigazo.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 1958. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.