Al desorbitar la biología, José Rafel Calva lleva hasta su punto máximo de ebullición todos los sistemas morales y, tras hacerlos gesticular en el vacío, los reduce al absurdo. Nada queda en pie: ni el discurso de las buenas conciencias, ni aún la indigestión teórica de los personajes que se aceptan incapaces de resolver sus contradicciones en un orden lógico. El "asalto a la razón" de José Rafael Calva deja solamente intacto el espacio del amor, al que propone como único posible para cualquier intento de construcción.
Novela irritante para tirios y troyanos, esta Utopía resulta también un homenaje ilimitado, frenético y cálido a la ironía como método, a "La práctica del absurdo como forma de lucha y de la sátirta como elemento de corrosión", en palabras de Adrián, el padre-madre.
Con una actitud por sí misma saludable en una "cultura" como la nuestra, Calva renuncia a cualquier apoyo ideológico—ni siquiera el discurso de liberación homosexual es asumido plenamente—, y se arriesga a todo para proponer un edén subvertido en el cual "el hombre puede tejer un himno con su semen..."
José Ramón Enríquez