Ya nadie cuida las antorchas, es un poemario en el que la voz lírica se pregunta
a sí misma sobre lo que significan el fracaso, el amor erótico, la comunión con dios y el propósito de la existencia. El poeta le habla a una sombra en cada ocasión: la amante, el amigo, la hija, los padres, y los dioses. El fuego es el elemento que unifica cada pieza poética: el fuego de los cuerpos, del odio hacia uno mismo, el fuego del bautizo y, finalmente, el que se ha extinguido.
En esta obra, no somos sino velas, cirios, hogueras, y por supuesto, antorchas: lumbreras que dan luz en una oscuridad autoimpuesta, destellos que permiten atisbar el rostro que se esconde en las sombras, y sin embargo, están solas.
El abandono de lo que importa es nuestra tragedia constante, y en este libro, se explora la pregunta: ¿y si tus cenizas generan a mi fénix? ¿Es tu muerte, mi vida? ¿Es tu luz la que me ciega?