Imaginería perpetua la idea del tiempo y sus palabras. Búsqueda entre los recovecos e intersticios del pasado: celosías agrietadas y hierbajos. Secuencia volátil, rabiosa, le del insecto. ¿De qué nos hablan estos poemas de Flor Bosco?
Nos hablan del dios de la infancia, anomalías, gracia mística. Poemas que murmuran, sisean, ríen casi en silencio. Hablan de duelo, telas antiguas, canarios, olor a naftalina, cirio, taconcitos, pavorreales, ternura envuelta en andrajos y devota tristeza. Entre Ángeles y Moscas permanece la idea del asombro como guiño, como evidencia, universo propio: el cotidiano de la poeta. Sabemos que todo es parte del todo. Sabemos que la poesía es un texto que se teje con algunos hilos de otros textos. Sabemos que hablamos el lenguaje absoluto del balbuceo. Así que Flor Bosco también teje, también trama. Las raras criaturas, los poemas, también comen. ¿Su alimento? El tiempo.
Amaranta Caballero Prado