Desde tiempos remotos la Comedia se consolidó como una defensa de la libertad humana contra la tiranía. Ya en la época de Aristófanes (444 a.C. – 385 a.C.) sobre el escenario se ridiculizaron y criticaron acremente las dictaduras e injusticias sociales. Lisístrata es un ejemplo clásico del poder democrático del teatro para proponer la reflexión y fomentar el cambio. Al buen teatro se le tacha de inmoral y subversivo. Lo es porque el poder requiere súbditos, no críticos a su sistema; la autocracia, para perpetuarse, necesita hordas de seres sumidos en la absoluta indiferencia.
La obra que tienes en tus manos es parte de la constelación de dramas dispuestos a embestir con fuerza las imposturas. En esta ocasión una decena de cocodrilos abren sus fauces con una tremenda carcajada para mostrarle al mundo, una vez más, que la libertad de expresión es un escudo contra la ignominia.
A lo largo de la Historia los regímenes autoritarios han sido combatidos una y otra vez con resultados diversos. No obstante, las cúpulas, o sus residuos, siempre encuentran la manera de reorganizarse para someter a las masas. En pleno siglo XXI, con la Inteligencia Artificial como nueva herramienta de control masivo, la comedia Teatro cocodrilo (Microdramas contra la dictadura de lo políticamente correcto) nos recuerda que hoy más que nunca o defendemos la libertad de expresión ejerciéndola o nos resignamos a perderla para siempre.