Dicen que un hábito se adquiere o se abandona en veintiún días. Pero no siempre podremos identificar su presencia en nuestros estilos de vida. De tal manera, asumir o despojarse de estas maneras de ser implica una toma de consciencia que, con frecuencia, desata una cadena de sucesos que escapan de las fronteras de una simple resolución.
De esto se tratan las historias reunidas en este volumen: sus protagonistas se
despojan de una cierta manera de ser, se asoman al límite de sus costumbres
arraigadas y, proponiéndoselo o no, deshabitan sus hábitos. Cambian las vestiduras con las que repentinamente se han desplazado por los vericuetos de sus inalterables relatos. Así sucede en el cuento premiado “La noche de los hombres”, donde aceptar una pulsión sexual diversa lleva al personaje principal a un abismo de violencia fulminante. La alteración que abre sus compuertas, también, en cada uno de los demás relatos seleccionados, que nos hacen meditar sobre lo que significa perder lo que se gana con una costumbre inveterada o ganar lo que se pierde repitiendo conductas aprendidas. La fraternidad, puesta a prueba en “Hambre”, se asoma al abismo del crimen. La costumbre del miedo, la incapacidad de sentir, son alteradas en una ceremonia de purificación. La costumbre del amado es sustituida por el autorretrato con su cadáver (amor constante más allá de la muerte) o por el consumo de la bebida favorita del ausente.
A fin de cuentas, los autores se estos once relatos parecen decirnos que nuestro mayor hábito es el mundo. Que despojarnos de él no es una empresa menor, y que, como nos enseña uno de los personajes que por aquí transitan, al mundo no se le puede decir cualquier mañana: “Hoy tengo ganas de ser diferente”.
