Cada ficción que integra este libro —de carácter dramático, aunque no desprovisto de elementos agradablemente absurdos y satíricos— invita al lector a plantearse una reflexión crítica sobres los eventos narrados y los dilemas que los inspiran, lo cual, debido al espectro universal de sus temas, implica también una reflexión crítica sobre nosotros mismos.
En El camarero del Reichsadler se plantea, al margen del rigor histórico, la quizá no tan improbable ejecución de un atentado contra la élite del nazismo, urdido por la resistencia judía durante la Segunda Guerra Mundial. En Beryl Woodward, enmarcada en un ambiente en donde se satiriza el gusto inglés por las leyendas de fantasmas, se cuenta una historia que tiene como origen una de las formas más terribles de la perversidad: la crueldad infantil. En Papeles en blanco se narra la historia de dos escritores que se vuelcan en la creación de una magnum opus imposible mientras el entorno que los envuelve se les revela poco a poco como una pesadilla dantesca. En Un verano lejos de casa, una niña que vacaciona en el campo padece un hondo sentimiento de culpa al creerse responsable del repentino derrumbe familiar. Finalmente, en El poeta de Boston, dos hombres creen encontrar la solución a sus problemas en la trama de un cruel e ingenioso crimen que imita el ejemplo de Edgar Allan Poe, protagonista de una novela decimonónica casi desconocida, quien so pretexto de reanimar su moribunda carrera literaria incurre en un acto igualmente atroz.