Los relatos de No nos vamos a morir mañana responden a una vocación: el riesgo. Sus personajes viven travesías difíciles: el fracaso escolar, la confusión adolescente, rupturas amorosas, la pérdida de la identidad, la enfermedad o la guerra… Su existencia está en riesgo de verse trasmutada de modos amenazantes. Durante esos ritos de paso, ellos descubren, en la realidad que han conocido hasta ese momento, umbrales inesperados a través de los que atestiguan cómo el mundo en que viven es muchos mundos, dotados todos ellos de escenarios inestables y peligrosos que se comunican unos con otros mediante la ebriedad del sueño o el extravío de la consciencia. La vocación de riesgo de este volumen se halla de igual modo en la escritura. Libro de cuentos que esconde una novela en los itinerarios paralelos de sus personajes, No nos vamos a morir mañana renuncia a las premisas clásicas del cuento redondo o a la condición elusiva y abierta del relato moderno o posmoderno, para explorar una inquietante forma de la ficción en que se abre el portal de realidades múltiples, algunas de signo desquiciado o maravilloso, y que son tan auténticas como las estrictamente racionales —aunque, eso sí, más perturbadoras.