A partir de imágenes precisas que surgen de la naturaleza, de lecturas o de sensaciones, Aarón Rueda escribe este poemario, Brillo ajeno, con el ímpetu de una voz que ha encontrado su estilo y sabe llevarlo a través del lenguaje hacia nuevas exploraciones. Eleva la pluma al lado de un ave o la serpea en la tierra con un reptil, convierte la palabra en cuerpo o la pulveriza para devolvérnosla transformada en poesía, que, no obstante, su brevedad o precisamente por ella, condensa instantes, reflexiones, escenas que se mueven bajo una mirada reveladora.
En los cuatro apartados, «Cuerpo de pluma antigua», «Paciencia de reptil», «Desnuda ausencia» y «Presencia del polvo», el lector encontrará fragmentos de luz que iluminan un paisaje de palabras en donde las aves, los lagartos, los arbustos, las piedras, la lluvia, las ruinas de la memoria y del tiempo, encuentran un hogar relumbrante. Quien se acerque a estas páginas recorrerá cuatro espacios que brillan por sí mismos, pero en conjunto revelan a un autor que se halla en la madurez de su poesía.
Héctor Justino Hernández