Un poema a la muerte del padre que es, a la vez, una celebración de su vida –con la plena conciencia de que esa vida concluyó y que los recuerdos son para los vivos; que no extienden esa vida que ya se
terminó ni afectan esa muerte en lo absoluto. Una vida que –al concluir– fue a dar no a la mar, sino a la sala de su casa convertida en velatorio; una memoria que –aunque ya no era él– enriqueció la vida cotidiana de sus hijos y –aunque no lo conocieron– de sus nietos y bisnietos.
Mariano Ortega
Mexicano, norteño, avecindado en El Bajío
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2022. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.
