Encarnados en el cuerpo de un pirómano, de un paria que siembra un lápiz en un parque nevado con la esperanza de que florezca o del habitante de un tren que nos conduce a un sitio impreciso, pronto descubrimos que hemos sido trasladados a un mundo donde se conectan, no sin humor y violencia, la soledad y la locura, el amor y la muerte, el lenguaje y ocho visiones radicales de la existencia.
Ocultos tras el erotismo, en el pensamiento de una mosca o de un sirviente, también conoceremos a un crítico literario que se desplaza, empujado por su compinche, en una esfera toda polvo; a un viajero, grande y deforme, que se empeña en llegar al mar a toda costa y a un enamorado que transparenta en su discurso un despiadado aliento homicida.
Estas historias exaltan en nosotros otra vida, la que vemos y no sabemos nombrar, concentrada en estas páginas como sucesos, cada uno, decisivos: momentos de pura luz, estallidos.