En el principio fue el Verbo. Y el Verbo fue en Dios. Y el Verbo fue Dios. Y el Verbo estuvo en Dios. Y en el Verbo Dios se encarnó y se hizo hombre. Y como hombre caminó un tiempo sobre la tierra, y también creó a otros hombres que en ella sembraron la codicia y la venganza, y sembraron concupiscencia y fatalidad. Y sembraron muchas otras cosas que no agradaron a Su nombre, porque eran malas y carentes de bondad. Y entonces Dios destruyó el mundo.
Así, Marcus vive en una ciudad del norte que alguna vez tuvo un nombre, en un mundo que no es el que era. Otrora profesor, hoy en día Marcus no es nada, un predicador harapiento que de cuando en cuando proclama su absurda verdad en una esquina de la ciudad en ruinas. Una mañana, a la puerta del derruido espacio que le sirve de refugio, aparece una niña, pequeña criatura errante y abandonada cuya presencia se convierte, de la noche a la mañana, en la única razón para sobrevivir.