Incondicional amiga de la brevedad, domadora de los juegos del lenguaje y de las frases-hechas-con-palabras-unidas-por-guiones, Gabriela Conde (Tlaxcala, 1979) se nos revela como una perceptiva ilustradora del siglo XXI. Sus cuentos cortos, intensos e incluso bruscos reflejan con lucidez al ser humano dentro de su mundo posmoderno, inmerso en la cultura del consumo, en la frágil felicidad que proporcionan los instantes: relaciones eróticas fugaces, anhelantes inhalaciones de cocaína, amistades sin futuro, luces intermitentes de discotecas, amores que persiguen con ahínco su final.
Los personajes femeninos de Conde son sirenas con título universitario en persecución de la talla tres, visten ropa de diseñador, fuman cigarrillos mentolados y beben alcohol hasta perderse en el delirio del sexo y de la evasión. Engañan y son engañadas. Esquivan al sufrimiento bajo un espeso baño de burbujas o la presión en el gatillo de una calibre cuarenta y cinco. Viven irremediablemente aferradas al trajín de la civilización con todas sus agravantes; competitividad exacerbada, noches de desvelado desenfreno, maltrato de la pareja, lujos cuyo no disfrute no alivia el dolor de la soledad.
Mientras que los hombre se revelan infieles, esquizofrénicos, abusadores. Está el joven que a los dieciséis años ya lo ha vivido todo y el viejo que solo, a sus más de setenta años, no puede dejar de sobrevivir. Los maridos huyen de sus casas gobernadas por esposas posesivas o indiferentes, los novios no logran evitar la abierta infidelidad.
Estos son los mundos que en coloridas instantáneas nos presenta la autora de esta colección de cuentos, donde la experimentación de nuevas formas de narrar se compone de visiones cargadas de erotismo o de violencia o de desesperanza o de incomunicación. Gabriela Conde aporta con su escritura breve e irónica un talento más a la actual narrativa tlaxcalteca.
Guillermo Samperio