Mester de ceguería es un libro que desde sus primeros poemas invita a la lectura. En él confluyen la sugerencia que concede la parquedad (cuando ésta es sinónimo de precisión) y el aliento narrativo ceñido a lo necesario. De principio a fin, el libro mantiene no sólo la tensión sino también la intención del autor. No hay aquí nada gratuito, nada que sobre. Hay, sí, un espíritu de contención que exalta el conjunto. Ya sea el verso breve, contundente, como aquel verso que camina un poco más allá de esos límites y que otorga una suerte de reflexión al desarrollo del libro. Con ello, se conjugan el decir y el sugerir, el narrar y el reflexionar. Y, estableciendo una estructura que oscila entre esos extremos, la concepción del ritmo se entrega al formato del discurso. La voz de Ensalmo para la ceguera apuesta por un lenguaje mesurado, sin riesgos de pirotecnia, sin figuras vanas, sin presencias innecesarias. Sus recursos (concisión, verticalidad, transparencia y efecto sugestivo) son usados con destreza. Por ello, recomiendo ampliamente la publicación de Mester de ceguería en el sello editorial que usted coordina.
Francisco Magaña