Nefando fue el videojuego que sacudió la deep web hace unos años: un llamado a las pulsiones ocultas de los jugadores, un desafío a su moral, el desprecio por cualquier tabú. Nefando hizo estallar las convenciones narrativas hasta ahora conocidas en el mundo gamer: ¿tiene trama? ¿Hay acción? No se jugaba: se leía, se escarbaba, se espiaba, se temía. Nefando fue el juego que provocó una investigación policial en España y del que ahora se tienen sólo unos cuantos testimonios en foros perdidos en la red.
De Nefando se sabe poco, pero parecía saberlo todo de nosotros. ¿Quiénes crearon Nefando y qué buscaban con su creación? ¿Quiénes lo jugaron? ¿Qué se buscaban al jugarlo? Nefando es la novela que da respuesta a estas preguntas. Mónica Ojeda ha irrumpido en la narrativa hispanoamericana como una de las representantes imprescindibles del nuevo boom latinoamericano. Recibida con notable entusiasmo por la crítica, esta novela corre todos los riesgos posibles y demuestra que nos encontramos, sin duda, ante uno de los proyectos narrativos más sólidos y excepcionales del momento, una de cuyas apuestas centrales es una escritura de la carne y para la carne.
Nefando gira en torno a un videojuego de la Deep web; un enigma digital que ha causado escándalo por contener imágenes que dislocan toda moral. A manera de investigación, la novela se construye con testimonios de aquellos involucrados en la creación del juego: un programador español, dos estudiantes de letras mexicanos y tres hermanos ecuatorianos, todos habitantes del mismo departamento en Barcelona. De esta manera, distintas tramas se deshilvanan hasta dejar al descubierto historias cuyas heridas se mantienen en carne viva: inconformidad con el género biológico, un padre abusivo, una madre sobreprotectora. Como complemento de este complejo andamiaje narrativo, la escritura de una novela pornográfica a cargo de uno de los personajes encuentra cabida en Nefando: en ella, dos adolescentes Diego y Eduardo sadomasoquistas encuentran en Nella, una nueva alumna del internado donde viven, a la cómplice y reto de su deseo.