Cuando en 1983 se publicó por primera vez Lectura de Foucault, Miguel Morey pretendía realizar una lectura exhaustiva de la obra de Michel Foucault, un poco como «caja-de-herramientas» foucaultiana, para abrirle paso a los lectores hacia su pensamiento: «Trabajo pues de profesor de filosofía que se obliga a permanecer en la sombra, tratando tan sólo de restituir la voz y la nervadura discursiva del filósofo que explica». Incluso –como cuenta Morey en el prólogo a esta nueva edición– el propio editor le auguró una «discreta proyección», convencido de que Foucault sería una «moda pasajera». Sin embargo, pocos meses después los acontecimientos cambiaron de forma imprevisible. Primero, Foucault rompió un silencio de años, publicando los volúmenes II y III de su Historia de la sexualidad. Al poco tiempo, el 25 de junio de 1984, muere en la clínica parisina de la Salpêtrière. De manera paralela, Lectura de Foucault se encontraba agotado y, contra toda lógica editorial oportunista, Miguel Morey se negó a reeditarlo, pues tanto los nuevos libros como las miles de páginas de documentos foucaultianos inéditos, por no mencionar las grabaciones de sus clases en el Collège de France, volvían imposible la tarea de permanecer fiel a la intención original, que era básicamente presentar un panorama minucioso y detallado de la obra de Foucault. De esta manera, Lectura de Foucault se convertía inadvertidamente en una especie de prototipo del «libro bomba» con el que soñara Foucault («Debo añadir que mi sueño, mi sueño personal, no es exactamente construir bombas, porque no me gusta matar a la gente. Pero quisiera construir libros bomba, es decir libros que fueran útiles precisamente en el momento en el que alguien los escribe o los lee. Y que desaparecieran luego»), irrumpiendo fugazmente en el panorama para desaparecer con la misma prontitud. Ahora que se cumplen treinta años de la muerte de Foucault, se reedita en su versión original la Lectura de Foucault, acompañada de un segundo volumen, titulado Escritos sobre Foucault, donde Morey salda la deuda pendiente con el resto de la obra foucaultiana que no se abarca en este volumen. Como el lector podrá constatar, a la manera de los textos clásicos, la mirada original de Morey sobre Foucault no ha hecho sino volverse más precisa con el tiempo, pues su intuición y anticipación de la enorme trascendencia que tendría su pensamiento han sido ampliamente corroboradas a lo largo de las tres décadas que separan a esta edición de la original.