Dos hombres jóvenes, vestidos con lo que parecían ser uniformes británicos, caminaban en medio del bosque sosteniendo sus flamantes rifles al hombro. Iban conducidos por dos perros, grandes como osos polares. Sus pies hacían eco sobre las hojas secas. Mientras avanzaban, iban comentando lo siguiente.
—Qué raro, esta montaña da mala espina, ¿no? No nos hemos encontrado ningún pájaro ni otro animal. Ojalá que encontremos algo pronto para dispararle.
¡Bang bang!
—Sería muy divertido poner dos o tres balas en la panza de algún ciervo. Seguro que daría una vuelta en el aire antes de caer bien muerto.
* Esta contraportada corresponde a la edición de 2021. La Enciclopedia de la literatura en México no se hace responsable de los contenidos y puntos de vista vertidos en ella.