La pluma de Adriano es un cuchillo filoso que te sangra para dejarte herido y no te convoca a la sanación, más bien a un aliento de incertidumbres.
La imaginación vuela. Cada palabra resuena en un eco doloroso de nuestra realidad, de nuestras costumbres, lo que somos y hemos aprendido a ser. ¿Quién no se ha sentido decepcionado, agredido, ofendido, discriminado, saboteado, traicionado, orgulloso, rencoroso, malherido? Yo sí, y levanto mi mano. Por eso he sangrado a la lectura de estos textos que sin duda merecen pisar los escenarios en todas partes del mundo.
A partir de la lectura de estas cuatro obras ya nadie puede ser indiferente a su entorno. Será difícil, complicadísimo. Porque no nos identificamos sólo con letras y papel, sino con dolores, enojos y vicios que todos tenemos en alguna parte escndidos, aunque digamos que no...
Alexis Casas Eleno