En estricto orde de aparición, en este volumen se congregan tres potencias honradas al máximo: la esmeralda, la memoria y la berenjena. El cultivo de esta última data del año 200 a.C., y desde entonces en Europa existió la creencia de que consumirla provocaba enfermedades como fiebre, epilepsia y locura, por lo que su uso devino en mero elemento decorativo (como el cerebro, dijera Boldó). En segundo término, según el Diccionario de Autoridades (1732), recordemos que la memoria residía en el tercer ventrículo del cerebro, donde los espíritus vitales imprimían las imágenes o figuras de los objetos que entraban por los ojos o los oídos. Y, para concluir, la esmeralda, cuya transparencia característica es la mejor representación de la prosa de nuestro autor, que en su pulido alcanza el grado más alto de su escencia. Con esa trinidad a su favor, el resultado es un libro signado por la singularidad de sus puntos cardinales: la inteligencia, el humor, la ironía y la reflexión.
Francisco Magaña