Viaje fundamental por el microrrelato, Ficción Atómica presenta en perspectiva la gran variedad y la cohesión del panorama mexicano actual en todo su territorio. Como los prismas de un caleidoscopio, sus páginas refractan las atmósferas y los sellos de estilo que caracterizan a muchas de las voces más brillantes del género, desde los consagrados hasta los recién venidos. La lectura nos sumerge en un ecosistema atravesado por metamorfosis, bacterias desconocidas, dimensiones paralelas, brujas, fauna y flora inquietantes, clásicos literarios, plagas, seres imaginarios y mitologías; y al mismo tiempo nos permite abordar con urgencia temas como la violencia de género, la exclusión social o el aislamiento en tiempos de pandemia.
El personaje principal de esta aventura es el lenguaje: criatura brevísima en extensión –inagotable en densidad literaria– que los autores hechizan con golpes de sentido, palabras filosas, cruces de género y abundancia de universos imaginativos. De ahí el misterio de su alquimia, su artificio químico, su carga eléctrica. De ahí la sensación constante de algo nuevo, siempre punzante, impredecible. Cada uno de estos microrrelatos expande las dimensiones del mundo conocido y carga su materia de un modo insospechado, poderoso y transformador.
Atómica por su potencia, no por su brevedad, la presente antología reúne textos como rayos, estallidos, relámpagos de condensación. Organismo vivo más que galería de autores, sus átomos chocan, se enlazan y vibran componiendo un entramado necesario para un género apasionante tanto por sus raíces como por su expansión.
Lector, esta es una advertencia. No importa cómo se elija recorrer Ficción Atómica, no importa si se la lee de un tirón o se la degusta en sorbos microscópicos: al terminar, nuestra visión –del género y mucho más allá de él– ya no vuelve a ser la misma. Algo en nosotros, algo profundo y misterioso, se ensancha, se electriza para siempre.
Ana María Shua
