El profundo anhelo de las letras latinoamericanas de independizarse de las fuentes primeras hizo que nunca se reconciliaran con su pasado ibérico. En ese afán de independencia se propició un emparentamiento con diversas literaturas occidentales, pero ya desde la segunda mitad del siglo XVIII se entendía que la literatura nacional debía tener representatividad de la región de la cual surgía, por lo que se convirtió en el instrumento apropiado para fraguar la nacionalidad. Ángel Rama se adentra, por tal motivo, en el estudio de las culturas internas regionales para analizar la influencia transculturadora que reciben desde sus capitales nacionales o desde el área que está en contacto con el exterior, y posteriormente pasa a examinar los distintos géneros literarios, el lenguaje, la ideología y el mito de manera más específica.