A poco más de cien años de su muerte, Saussure continúa suscitando pasiones: artículos y libros se acumulan por todo el mundo. ¿Por qué este interés por un lingüista, en el momento en que la lingüística, según se dice, comienza a fastidiar? Es porque la larga meditación de Saussure sobre el lenguaje y las lenguas es una de las más profundas que existen. Con una paciencia infinita, a menudo angustiosa, Saussure explora todas las “cavernas” - es su palabra - del lenguaje. Las dificultades ofrecidas por la “duplicidad” fundamental del objeto son tales que Saussure no consentirá jamás en publicar los resultados de sus meditaciones: éstos serán conocidos sólo después de su muerte, a veces mucho después. En el camino encontró “los parentescos” entre el lenguaje y esas otras “semiologías” que son la escritura, la leyenda y la mitología, y será confrontado dolorosamente con el enigma de los “anagramas” en la poesía. El efecto de esta reflexión inacabada será determinante, tanto para la lingüística como para la semiótica y, más allá de las ciencias del lenguaje, para todas las ciencias del hombre: así se piense en Merleau-Ponty, en Lévi-Strauss o en Lacan. Con una paciencia que él quisiera comparable a la del gran lingüista, Michel Arrivé ha buscado explorar las “anfractuosidades” del pensamiento de Saussure.