El reconocimiento que recibe Vianey Valdez, particularmente en la ciudad de Monterrey, la convierte en un personaje entrañable y emblemático.
Su fama no deja lugar a dudas: ella es un ser humano que goza de tal aceptación que su renombre, su canto y su talento desde los años sesenta nos hablan de una mujer singular. Su permanencia en Monterrey, su pertenencia a esta ciudad, se convirtieron en una característica inherente a su popularidad.
Por lo demás, Vianey es una cantante sencilla, por eso mismo se erige como un emblema de entre los artistas y el público que la ha rodeado, precisamente, porque su sencillez toca fibras. Sus discos siguen escuchándose con renovada frescura. Su famoso programa televisivo, Muévanse todos, sigue presente en la memoria colectiva. Lo sencillo se vuelve imperecedero y lo que perdura tiende a la grandeza. El lector tiene en sus manos la semblanza de Vianey Valdez, nuestra gran estrella de rock.