¿En qué medida el lenguaje erótico es lenguaje místico? O ¿en qué medida el lenguaje místico es lenguaje erótico? ¿Por qué adamar a Dios y adamar al hombre se expresa en las mismas formas discursivas, las mismas palabras, padeciendo el mismo dolor y anhelo? ¿En qué medida son diferentes el amor humano y el amor místico? ¿Hay realmente una transición del amor humano al amor místico o se mantiene uno como sustento del otro, se trata de caminos que se suceden o de caminos paralelos? Quedan aquí las antiguas preguntas por este misterio. Si hay quien pueda penetrarlo son esas a quienes ambos, el amor místico y el amor humano, han asediado con sus flechas, esas mulieres religiosae, como Minerva Margarita Villarreal, vivas antorchas consumidas en la llama del Amad.